En los años ochenta, John Byrne era una estrella. Canadiense de origen británico, con un fuerte carácter y una gran seguridad en sí mismo y su talento, Byrne apenas tenía rivales en lo que a éxito, fama, influencia en el medio y admiración de fans se refiere. Tras su colaboración en Iron Fist y Marvel Team Up y sobre todo su tremendo éxito junto a Chris Claremont en Uncanny X-Men (obra maestra del cómic en general y de Marvel en particular) continuó su carrera en solitario, actualizó a los Cuatro Fantásticos respetando el legado de su admirado Jack Kirby en una impecable etapa, creó y desarrolló al grupo de superhéroes canadienses Alpha Flight y cuando dio el salto a DC, con un contrato astronómico, renovó al hombre de acero en su etapa en la cabecera del último hijo de Krypton. El malhumorado y formidable artista duro tres años en DC.
ALERTA DE SPOILERS: El texto que aparece a continuación contiene furiosos y vengativos spoilers.
Cuando abandonó DC (algún día escribiremos un artículo sobre las legendarias espantadas, idas y venidas de Byrne) e inevitablemente, regresó a Marvel, tomó las riendas de la segunda cabecera de los Vengadores: Avengers West Coast. Responsable tanto de guión como dibujo, enseguida puso sus ojos en dos personajes, la Bruja Escarlata y La Visión. En una entrevista a Marvel Age declaraba lo mucho que le gustaban (cualquiera lo diría, majo, con la de perrerías que les tenía preparadas):
“Lo que finalmente me convenció para hacer la serie fue saber que La Visión y la Bruja Escarlata eran parte del grupo, porque la Bruja es uno de mis personajes favoritos. Me enamoré de ella cuando yo tenía trece años, la primera vez que apareció en X-Men. Visión también es de mis personajes favoritos. Y poder jugar con ellos había sido una de las cosas más divertidas cuando hice Los Vengadores hace muchos años.”
La Bruja Escarlata (creada por Stan Lee y Jack Kirby) debutó, junto su hermano Mercurio, en X-Men nº 4 (marzo de 1964) como miembro de la Hermandad de los Mutantes Diabólicos, liderada por Magneto (a la postre, su padre). En The Avengers nº 16 (mayo 1965) pasaría a formar parte de unos renovados Vengadores, bajo el mando del Capitán América. Por su parte, La Visión había hecho su debut en el número 57 de The Avengers (octubre 1968). Creada por Roy Thomas y John Buscema, La Visión era un androide (concretamente, un sintetizoide) creado por Ultron para destruir a los vengadores, con el poder de volar, cambiar de densidad, y atravesar objetos y seres vivos, el cual posee las pautas cerebrales de Wonder Man. Al final de ese número, se pasaría al bando de los buenos y pronto se convirtió en uno de los miembros de Los Vengadores más querido por los aficionados. Ambos se enamorarían y acabarían casados y siendo padres de dos chiquillos.
Byrne tenía la costumbre de deshacer drásticamente todo cambio que hubiera ocurrido en la serie de la que se hacía cargo. En su mente, tenía muy claro lo que para él era el espíritu de la serie, y todo lo que consideraba que estaba fuera de lugar lo deshacía sin miramiento alguno. En Avengers West Coast no fue diferente; por un lado, no soportaba el matrimonio y los hijos de La Visión y La Bruja Escarlata y, por otro, consideraba que Wanda Maximoff (La Bruja) debía tener un papel central en la serie. Dicho y hecho. En Los Vengadores Costa Oeste: La búsqueda de La Visión, Byrne desmantela el cuerpo de La Visión, hackea su mente, deshace el matrimonio y nos explica que los hijos de Wanda y La Visión nunca fueron reales, sino creaciones mágicas de la propia Bruja Escarlata, quien, por su anhelo de formar una familia y a través de sus poderes mutantes y sus habilidades como hechicera, los crea de manera inconsciente. Al final de dicho tomo, Byrne ha cumplido con su cometido: La Visión y Wanda ya no están casados, sus hijos han desaparecido, los poderes de Wanda son un asunto muy serio y la Visión vuelve al estado mental frío, analítico y desapegado que, según el criterio de Byrne, nunca debió abandonar.
La segunda historia de su etapa, Los Vengadores Costa Oeste: La Bruja Escarlata Oscura, se centrará en la Bruja Escarlata, en cómo impacta en su mente el vuelco que ha dado su vida, el sufrimiento que padece y en cómo se manifiesta ese dolor en el desarrollo de sus poderes. En esta saga, Byrne da su particular versión de Fénix Oscura, mítica historia desarrollada años atrás por Chris Claremont y él mismo en Uncanny X-Men. Incomprendida, consternada de dolor, influenciada por su padre Magneto y abrumada por sus multiplicados poderes, Wanda se enfrenta a sus compañeros a los que vence con facilidad. Byrne fue más allá y se atrevió a sugerir una nada velada felación de Wanda a un indefenso y paralizado Simon Williams (Wonder Man), bajo la angustiosa mirada del resto de indefensos vengadores , aunque finalmente dicha escena fue censurada y retocada cuando apareció publicada. En declaraciones posteriores, Byrne, hablando de la polémica, diría que la escena debía ser interpretada libremente por cada lector. Juzguen ustedes mismos, pues:
El número 57 (mismo número del debut de la visión en su colección hermana) concluía con Magneto y Wanda a bordo de un quinjet en el espacio, después de derrotar a los Vengadores y perdonarles la vida. Desgraciadamente, Byrne nunca concluyó su historia. En uno de sus ya legendarios barruntos (con el editor Tom DeFalco en esta ocasión), abandonó la colección y fueron Roy y Dann Thomas los que se encargaron de finalizar las tramas abiertas por el díscolo canadiense, de manera bastante insatisfactoria, me atrevo a añadir. El número concluía con la siguiente sentencia:
“Hoy, por dos veces, he podido quitarles la vida, y dos veces los he perdonado. Ni siquiera los humanos podrían ser tan necios como para creer que tendrían tanta suerte una tercera”
¿Los humanos o tus editores, John?
Y, por fin, llegamos al motivo de este artículo. Byrne no se fue por la polémica con la escena censurada, sino que fue resultado de la negativa por parte de su editor (Tom DeFalco) de publicar una historia a la que anteriormente habían dado el visto bueno. Byrne, con el paso de los años, ha ido desgranando en entrevistas, foros y su propia web, argumentos de historias que escribió para Marvel que por un motivo u otro jamás llegaron a buen puerto.
La que iba a ser tercera saga de la estancia de John Byrne en Avengers West Coast, partió de la necesidad de Byrne por explicar el sentido de los poderes de la Bruja Escarlata. Al principio, estos poderes básicamente consistían en causar en la gente mala suerte. Para darle un toque más “serio y realista” al asunto, desde Marvel desarrollaron el concepto, explicando que realmente sus poderes consistían en una alteración de las probabilidades. Esto es, si tienes una posibilidad entre un millón de que te toque el rasca de la ONCE, los poderes de la Bruja Escarlata hacían factible esa posibilidad descartando el resto y haciéndote millonario.
A Byrne no terminaba de convencerle está explicación por sí sola, de modo que llegó a la conclusión de que para que esa posibilidad medrara entre las otras novecientas noventa y nueve mil, ella, conscientemente o no, alteraba el pasado, creando universos alternativos. Inmortus (quien había sido introducido en la serie con apariciones esporádicas) descubría el alcance de estos poderes y decidía raptar a la Bruja y usar sus poderes para cambiar el pasado. En concreto, evitar que Kang el conquistador (su yo del pasado) fuera derrotado por los Vengadores en su primer y lejano enfrentamiento. Alterando las probabilidades para que Kang saliera victorioso.
Durante el desarrollo del arco argumental, Byrne nos mostraría el mundo alternativo creado tras la derrota de los héroes más poderosos de la tierra; descubriríamos un mundo postapocalíptico gobernado con mano de hierro por Kang el Conquistador (ya transformado en Inmortus), donde muchos héroes habrían muerto o simplemente jamás habrían llegado a obtener sus poderes. Byrne pensaba usar a Peter Parker, quien nunca fue picado por la araña radiactiva, como uno de los personajes principales y como testigo de esta nueva era para el lector.
Si Parker iba a ser uno de los personajes destacados de esta historia, el protagonista inesperado sería el mismísimo Caballero Negro (superhéroe favorito de la redacción de Milkbar Fanzine en pleno y sobre cuya disparatada y errática trayectoria tenemos preparado un artículo que será publicado próximamente), miembro de los Vengadores, portador de una espada mística indestructible creada por el mago Merlín y casual viajero en el tiempo.
Los acontecimientos narrados se desarrollarían temporalmente en paralelo al momento en el que, en la línea temporal original, Thor creaba, con ayuda de su martillo Mjolnir, un portal interdimensional y espacio temporal por el que trasladar al Caballero Negro, herido tras una batalla. Este aparecería desorientado en la línea temporal alterada por Inmortus, localizaría a los miembros de la resistencia (formada por versiones alternativas y deformadas de los héroes de la tierra 616), y lideraría una rebelión que desembocaría en la derrota de Inmortus y el rescate de la Bruja Escarlata (la original, atrapada en esa realidad por Inmortus), quien al final de la historia, usaría sus poderes para restaurar la línea temporal y devolver al Caballero Negro al universo Marvel original, donde solamente la Bruja Escarlata recordaría lo sucedido. Perdiendo poco a poco esos recuerdos, como lágrimas en la lluvia, en la bruma del olvido.
Byrne continuaría guionizando la otra cabecera de los Vengadores durante un tiempo, además de innovar como autor completo con la rompedora y divertida Sensational She-Hulk, pero esa es otra historia.
Avanzamos en el tiempo. De 1989 nos vamos al gran crossover Marvel de 1995: La era de Apocalipsis. Durante cuatro meses los títulos mutantes se desarrollaron en un universo alternativo gobernado por el mutante Apocalipsis, ¿La razón? El asesinato de Charles Xavier en su juventud por un viajero temporal (su hijo), evitando así la fundación de su escuela de jóvenes talentos y la formación de la Patrulla X. Sin la oposición de los X-Men, Apocalipsis conquista la Tierra sin dificultad. Descubrimos que muchos héroes ni siquiera llegan a conseguir sus poderes: Thor no existe, el Capitán America sigue congelado y un viajero de otra línea temporal (Bishop, ¡hola Fringe!) busca desesperadamente la manera de revertir la situación y volver al universo Marvel Original. ¿Les suena?
No veo mejor manera para despedir al bueno de Byrne que parafraseando a Axl Rose, otro genial artista con fuerte carácter afín al del artista canadiense (Si este se va pronto y enfadado de las editoriales, el de Indiana solía llegar tarde y enfadado a los conciertos):
And to all those opposed…hmm…well…
Gran artículo. La verdad es que siempre me ha encantado la etapa de byrne en Xmen y los 4f. De los vengadores no gasto demasiado así que me haré con esos dos tomillos para este veranillouu.
Señor The Tipo gracias por el comentario, puesto a recomendar un solo tomo, le diría el Marvel Heroes de Hulka. Estupendo tebeo.
Wow! Que tipo este Byrne, cuanta información interesante para despertar el gusanillo por un universo tan extendo como el de Marvel! Y cuantas preguntas me hago y espero conocer sus respuestas con futuros artículos! Gracias por tu análisis, Roy!
Entrañable y genial energúmeno, podríamos decir ¡ Gracias por comentar Ginger!
Buen artículo, pero a pesar de parecer un morboso amarillista, me encantaría un contra artículo de como el maestro perdió el mojo, allá por la década dela 90. Seguid así!!
En Milkbar nos gusta hablar de las cosas que nos molan, más que de las cosas que nos decepcionan, nos podríamos muy tristes. Aún así Byrne, en los noventa, tiene grandes obras a destacar. Su etapa en Namor es bastante reivindicable, su Capitán America/Batman me parece un cómic maravilloso y casi que precuela de Superman/Batman Generaciones (cuya primera parte me parece la última gran obra de Byrne), y no me quiero olvidar de sus aproximaciones a la obra de Kirby en DC: su OMAC me parece superlativo, y su Cuarto Mundo creo que es muy divertido y recomendable, ojalá ECC se anime a reeditar estos tebeos que muestran el amor y admiración de Byrne hacía el «Rey» de los cómics.
¡Muchas gracias por comentar Rogers!
Gracias por tu respuesta, y toda la información complementaria que proporcionas, lo de OMAC te lo concedo, me llama, me flipaba el de Kirby y me flipa el Byrne, creo que es uno de lo mejores trabajos en trama de las dos grandes. Sobre Namor tomo nota, y de CA/BM desconocía su existencia. Pero insisto, que pasó con el maestro. Me viene a la memoria el Año Uno de Spiderman y lloro sangre. Un saludo y seguid así.
Realmente es desconcertante el bajón de Byrne, otros autores de su generación aún hoy siguen dando grandes obras: Providence de Alan Moore es un magnífico y fascinante epitafio para su «despedida» del medio, Jim Starlin nos acaba de dar una última trilogía de Thanos que por reiterativa no deja de ser estupenda, Chaykin tiene la fuerza y el arrojo de un chaval, Simonson brilla con su Ragnarok, Miller acaba de publicar un divertidisimo DK Golden Boy. Aunque quizá estoy siendo un poco tramposo, solo Simonson y Chaykin estan en forma al dibujo. Aún así los guiones de Byrne de las últimas decadas son flojisimos. Spiderman año uno como bien dices supuso un desastre y una terrible decepción, leido en su día se veía más desfasado y mucho menos moderno que el Spiderman de Ditko y Lee que había sido publicado casi cuarenta años antes. Lamentablemente no tengo respuesta Rogers.
Un placer conversar sobre el maestro Byrne.
Hablando de posibles historias si la realidad no se hubiese Impuesto. Se sabe cuáles eran los caminos que tenían planeados si byrne hubiese seguido en capitán america?? Vale que tan sólo era dibujante. Pero es de sobra conocida su participación activa en casi todas las historias en las que participaba. Un saludo!
Se saben esas intenciones Rogers, Stern y Byrne tenían pensado desarrollar una historia en tres partes sobre cráneo rojo. El problema fue que el editor de aquella época, Jim Shooter, había establecido la regla de que los cómics debían ser autoconclusivos y no alargar tramas más allá de la grapa del mes. Ante esta situación Stern dejó el título y Byrne se fue con él. Creo que Shooter se equivoco totalmente con esta decisión, y la cabecera del Capitán America perdió la oportunidad de tener una etapa más larga con estos dos autores, aún así, los pocos números que hicieron son estupendos y muy recordados por el fandom. La historia con Shooter tiene miga, pues más adelante Byrne pudo cumplir su ansiada venganza del editor, pero esa es otra historia que quizá contemos en otro momento..
Byrne era capaz de lo mejor: su dibujo, sus argumentos… y de lo peor: sus espantadas por «injerencias editoriales» o «me dan más pasta en la competencia» que dejaban a los lectores con ganas de más. No conocía sus planes a futuro sólo leí en su momento la continuación por parte de Thomas y no me enteré de mucho la verdad. Y el Caballero Negro mola…
Efectivamente el carácter de Byrne era una de sus muchas virtudes y a veces su mayor defecto. Es una pena que se fuera tan pronto de la cabecera de los Vengadores Costa Oeste. El Caballero Negro mola muchísimo, no hay duda.
¡Gracias por comentar!
Byrne y su fama de peleante. No conocía las intenciones de Byrne para con la serie Avengers West Coast. Y si que se parece a la era del apocalipsis. Bien visto! ¿Cuando dices que Byrne era la estrella en los ochenta lo pones por encima de otros autores como Miller o Moore?
Buenas noches Zemo, gracias por comentar. Tendría que haber puntualizado y hablar de autores completos (guión y dibujo). Seguramente Alan Moore sea el mejor y más influyente guionista en el mainstream estadounidense de los ochenta, creo que no hay debate. Pero, aunque sabía dibujar, al final otros artistas ilustraron sus guiones. Si hablamos de autores que se encargaban de guión y lápiz, creo que indudablemente Miller era mejor que Byrne, revolucionó el medio y su influencia en grandes artistas posteriores es palpable 35 o 40 años después. De hecho su influencia va más allá del cómic (que se lo digan a Paul Verhoeven). Dentro del mundillo, Byrne era una apuesta segura, sin filigranas pero absorbente. Como decirlo… Si Moore era David Lynch con un poco de Hal Ashby, Miller era una mezcla entre Coppola y Scorsese, Simonson era George Lucas … John Byrne en los ochenta era Steven Spielberg. Cuando pensabas en tebeos de superheroes, en diversión y acción bien narrada, ahí estaba el casquivano canadiense.