La bahía contraataca

Aún ligeramente aturdido y con un leve pitido en los oídos causados por la exposición a un vendaval de thrash metal, me dispongo a narrar lo sucedido en la tarde-noche del pasado viernes en el distrito madrileño de Carabanchel, más concretamente, en la sala ‘the Black Box’ dentro del Palacio de Vistalegre.

Unos 1800 aficionados al thrash se congregaron para disfrutar de un espectáculo protagonizado por tres bandas clásicas del género que están en un estado de forma inmejorable: Testament, Exodus y Death Angel. Oriundas las tres de la bahía de San Francisco y amigas desde la creación de las mismas, no tuvieron muchos obstáculos o diferencias a la hora de planear una gira conjunta. La coyuntura también aportaba su granito de arena. Su estilo musical no vive su apogeo, como en los ochenta, pero sí un resurgimiento. El hecho de que una banda tan grande como Metallica volviera a publicar discos de thrash es buena prueba de ello.

Un día antes que en Madrid tocaron en Barcelona. Las crónicas y los comentarios de los asistentes ya avisaban de que los tres grupos venían con las pilas más que cargadas, dando caña a raudales.

 

Testament: Eric Peterson, Alex Skolnick (guitarras), Steve DiGiorgio (bajo), Chuck Billy (voz) y Gene Hoglan (batería)

 

 

 

 

Exodus: Lee Altus (guitarra), Tom Hunting (batería), Steve ‘Zetro’ Souza (voz), Gary Holt (guitarra) y Jack Gibson (bajo)

 

 

 

 

 

Death Angel: Ted Aguilar (guitarra), Will Carroll (batería), Mark Osegueda (-abajo- voz), Damien Sisson (bajo) y Rob Cavestany (guitarra)

 

 

 

 

Death Angel llegaban con su nuevo LP Humanicide bajo el brazo. Por su parte, Exodus, habiendo recuperado a Gary Holt tras su paso por Slayer, traían una formación con miembros originales o, en su defecto, con antiguos integrantes. Testament optaron por renovar el setlist e incluir temas que no suelen tocar en directo junto a algunos clásicos, aprovechando que aún no se ha publicado su nuevo disco Titans of Creation. Eso sí, dejaron hueco para para una pieza de su último trabajo que presentarán en su próxima gira.

A las 18:40, con puntualidad prusiana, se presentaron en el escenario los componentes de Death Angel. Un servidor no tuvo problemas esta vez con las acreditaciones, pero sí con el intenso tráfico capitalino, llegando durante el cuarto corte de la actuación. No obstante, gracias a la colaboración de Frank Zoyo, redactor del extinto fanzine Metal from the Labyrinth, hemos podido completar la crónica. Comenzaron presentando su nuevo LP con el tema homónimo ‘Humanicide’, que conectaron con el clásico del Ultra-Violence ‘Voracious Soul’. Prosiguieron con ‘Claws in so Deep’ del álbum del 2010 Relentless Retribution. Según Zoyo, la entrada y la puesta en escena fue apoteósica y el público se mostraba entusiasmado con este inicio del show. La cuarta canción fue la segunda y última pieza de Humanicide con la que nos obsequiaron, ‘Aggressor’, cañera y pegadiza a partes iguales. En ‘The Dream Calls for Blood’ homónima del LP de 2013 y ‘The Moth’ de The Evil Divide (2016), los californianos no levantaban el pinrel del acelerador. Para el final dejaron el tema ‘Seemingly Endless Time’ del que, para muchos, es su mejor obra (Act III de 1990) y un medley compuesto por el primer minuto de la instrumental ‘The Ultra-Violence’ y la acojonante ‘Thrown to the Wolves’, incluida en The Art of Dying (2004) que supuso el regreso de esta gran banda 14 años después. Simplemente atronadores y muy entregados a la causa.

Hace poco más de un año (diciembre de 2018) descargaron su brutal directo en la Riviera, en una gira en la que también telonearon a Testament y en la que además estuvieron presentes los canadienses Annihilator. Tras ese concierto, muchos de los asistentes afirmaban que Death Angel fue la banda que más les llenó sin desmerecer a las otras dos. En esta ocasión, se repitió la historia. Como siempre, hay opiniones de todo tipo, pero era una tarea ardua, por no decir imposible, encontrar a alguien que no hubiera gozado con ellos.

Death Angel se retiran después de masacrarnos. (Foto: Oti «the samest» Poti)

Diez minutos antes de lo previsto (20:00) hicieron acto de presencia los buenos muchachos de Exodus. Desde hace unos años se ha normalizado el hecho de que las bandas empleen una canción no propia como introducción, de forma que, cuando suena, el público ya se hace a la idea de que está a punto de actuar el grupo en cuestión. Iron Maiden, por ejemplo, utiliza ‘Doctor, doctor’ de UFO, Metallica usa ‘The Ecstasy of Gold’ de Ennio Morricone, etc. Exodus viene utilizando varias dependiendo del país en el que se encuentre. Si, poco antes de venir a España, estuvieron en Alemania y entraron al ritmo de ‘Zehn kleine Jägermeister’ (“diez pequeños Jägermeister”), en Madrid lo hicieron con el canto popular ‘Alcohol, alcohol’.

‘Body Harvest’ y ‘Blood In, Blood Out’ de su última obra Blood In, Blood Out (2014) abrieron la actuación de Exodus enturbiada por graves problemas de sonido que se hicieron más evidentes al acabar el tercer corte, una de las nueve perlas de su obra maestra y primer trabajo Bonded by Blood (1985), ‘Deliver Us to Evil’. La guitarra de Lee Altus fallaba (a veces tampoco escuchábamos la voz de Steve ‘Zetro’ Souza). Mientras resolvían este contratiempo, amenizaron la velada con una improvisada e imprevista versión de ‘Motorbreath’ (Metallica).

Otro clásico, ‘Fabulous Disaster’, fue el elegido para continuar, con un sonido algo mejorado pero que no llegó al 100% en ningún momento. ‘Deathamphetamine’ (Shovel Headed Kill Machine, 2005) y ‘Blacklist’ (Tempo of the Damned, 2004) son dos cañonazos que, aun con los mencionados problemas técnicos, siguieron animando el cotarro. Para terminar eligieron, como era de esperar, tres temas de su primera época: ‘Bonded by Blood’, ‘The Toxic Waltz’ y ‘Strike of the Beast’ (la primera y la tercera de Bonded by Blood y la segunda de Fabulous Disaster).

Exodus, una vez solucionados, de manera parcial, sus problemas técnicos. (Foto: Oti Poti)

Las 21:30 era la hora prevista para el cabeza de cartel. El ambiente ya estaba cargado por la exhibición de dos grandes del thrash, pero también por la fragancia a “Eau d’Áxilè” tan extendida entre buena parte del respetable.

Dos canciones, las dos primeras de su trabajo más aclamado The New Order (1988) iniciaron un torbellino sonoro que duró una hora y media: ‘Eerie Habitants’ y ‘ The New Order’. Otro clásico, esta vez de su primer álbum The Legacy (1987) hizo las delicias de los ahí presentes, ‘The Haunting’. ‘The Persecuted won´t Forget’ fue el único tema de The Formation of Damnation (2008) que se pudo oír durante la velada. Continuaron con otro tema de The New Order, en este caso fue ‘The Preacher’. Durante la gira fueron variando ligeramente su setlist. En fechas pasadas, a estas alturas del concierto, venían ejecutando ‘Greenhouse Effect’, pero en Madrid optaron por el séptimo corte de su segundo álbum. ‘Dark Roots of the Earth’ del disco homónimo, ‘Last Stand for Independence’ y ‘Throne of Thorns’, ambas también incluidas en Dark Roots of the Earth (2012) sonaron muy potentes y mantuvieron el ritmo aplastante de los de la Bay Area, que siguieron apabullando al personal con dos temas de su, hasta dentro de muy poco, último LP, Brotherhood of the Snake (2016): ‘Brotherhood of the Snake’, que fue un auténtico cañonazo en el que Chuck Billy demostró estar cada vez más asilvestrado y que gustó mucho, sobre todo, entre los más jóvenes y ‘The Pale King’. Al enorme vocalista se le veía mirando al suelo en muchos tramos del concierto, como si estuviera leyendo un teleprónter. Daba la sensación de que, al rescatar canciones que no solían tocar y como un mal estudiante, no se había aprendido la lección y tenía que copiar en el momento de la verdad. Si fuera este el caso, no seré yo el que lo critique.

La única canción que tocaron de The Gathering (1999) fue ‘Fall of Sipledome’. Un servidor siente debilidad por este disco, pues recuerdo, como si fuera ayer, comprarlo en la tienda Tipo a los pocos días de publicarse. Testament tiene dos épocas bien diferenciadas. Sus primeros 4 discos tienen el sonido típico del thrash “ochentero”. El quinto (The Ritual, 1992) fue el disco más comercial y el que marca la frontera entre ambas etapas. A partir del sexto (Low, 1994), la banda comenzó a endurecer su sonido y a practicar una especie de thrash-death, con un Billy cantando a menudo con voces guturales. Demonic (1997) tiene un sonido aún más pesado y es probablemente el más duro de la banda. The Gathering es quizá un poco menos agresivo, pero más acelerado y contaron además con Dave Lombardo en la batería y James Murphy en la guitarra. Llevaba ya unos meses alucinando con Low y al escuchar este nuevo LP me quedé embelesado y tardé pocos días en recomendar encarecidamente (o en dar el coñazo, según el caso) a todo conocido que se cruzara en mi camino. ‘Fall of Sipledome’ es el tema que cierra este grandioso álbum, sonó divinamente y el que escribe se lo pasó como un niño pequeño, principalmente cuando Eric Peterson dijo “aquí estoy yo” y se marcó un solo de guitarra que me puso la carne de gallina.

Como se comentó al principio del artículo, sólo ejecutaron ‘Night of the Witch’ del disco que, en pocas semanas, verá la luz: Titans of Creation. Sigue la misma línea que los discos anteriores y promete no defraudar a los fans.

Testament tocando su nuevo single ‘Night of the Witch’ (Foto: Oti «what´s wrong with you?» Poti)

Para acabar, escogieron cuatro clásicos que no suelen faltar: ‘Into the Pit’, ‘Practice what you Preach’, ‘Over the Wall’ y ‘Disciples of the Watch’. En este orden. La primera y la última de The New Order, la segunda del disco homónimo del año 1989 y la tercera de The Legacy. Con ‘Superstition’ de Stevie Wonder de fondo y soltando púas y baquetas para alegría de alguno que otro, los cinco integrantes de la banda se despidieron agradeciendo nuestra presencia.

¿Te lo perdiste? ¿Estuviste ahí pero querías más? En ambos casos estáis de enhorabuena. Al día siguiente se confirmó su presencia, el jueves 6 de agosto en el festival Leyendas del Rock.


4 comentarios

  1. Me alegra leer que el concierto fue cojonudo, después del disgustazo que nos pillamos algunos hace unos años en el concierto que dieron en Málaga y su cancelación a la media hora, me temía lo peor. Además del Leyendas (tristemente parece que los Warcry no tocan este año), he leído que también vuelven a Málaga en agosto, para resarcirse espero. Coincido con el autor en el cariño por «The Gathering», me parece un discazo y ojalá tocaran más temas del mismo (DNR o Down for life me parecen sublimes odas al crujimiento cervical).

    ¡Gran crónica Ezequiel!!

    • Gracias, Mr.Wilbur. Aunque sería injusto no recordar que, sin la inestimable ayuda de Frank Zoyo (por su información), Oti Poti (por sus instantáneas) y la administración de Milkbar (por las acreditaciones), no hubiera sido posible realizar dicha crónica.
      En cuanto a lo de Málaga, me parece una gran noticia que vuelvan al sur peninsular. Es una demanda que lamentablemente se nos hace eterna:que haya también conciertos al sur de la capital. Lo de la cancelación, son gajes del oficio. Si, en parte, vuelven por ello, pues muy bien.
      Y sobre «The Gathering» no puedo añadir mucho más. Discazo de arriba abajo. El problema es que ya tienen una discografía extensa y, a veces, han dejado de incluir temas de este LP en sus setlists para hacer hueco a otros más nuevos o más clásicos. Fue una grata sorpresa escuchar «Fall of Sipledome», sin lugar a dudas.

  2. Herr Ezechiel, que opina usted de los festivales y conciertos en estos tiempos de coronas? Cree usted que es un castigo karmatico al alto precio de las entradas al que nos estaban acostumbrando? O quizás a algún tipo de maleficio senegalés!!

    • Pues como la mayoría de la gente, lo veo todo muy incierto. Pocas posibilidades hay de poder asistir a algún festival, dado que casi todos se dan en época estival y el señor coronas es como el típico amigo gorrón de origen escandinavo que se quiere apalancar en tu casa de manera indefinida. Cuando consigamos deshacernos de él, podremos volver a «festivalear». El castigo «karmático» por el alto precio de las entradas y de las bebidas debería dirigirse a los mafiosos que imponen esos precios usurarios, pero, por otro lado, también se lo merece el que lo paga y alimenta el negocio. Así que quizá la teoría del vudú senegalés sea más plausible.

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