«Mi nombre es Leonardo. En algún momento nos equivocamos de calle, y ahora estamos atrapados, con la espalda contra la pared de este apestoso callejón. Nos cortan el paso quince miembros de los dragones púrpuras, la banda más dura del East Side. ¡¡Solo nos dejarán salir de aquí si estamos muertos!!
Sujeto mi katana en posición relajada pero alerta. A mi izquierda, Donatello y Michaelangelo me cubren con el nunchaku y el bastón. Raphael protege mi flanco derecho… ¡Siento cómo su cuerpo tiembla, energía tensa esperando ser liberada en una explosión de furia salvaje!»
Con estas palabras daba comienzo un humilde cómic underground, presentado por dos autores desconocidos el 5 de mayo de 1984 en una convención de cómics. Sus protagonistas: cuatro tortugas antropomorfas y armadas hasta los dientes. Han pasado 35 años desde aquel día, en el que unos jovenzuelos comenzaron en el salón de su casa, casi sin quererlo, una aventura que ha impactado a varias generaciones y que sigue renovándose con éxito a día de hoy.
Hay mil motivos por los que reivindicar a estos personajes y su universo. Sirvan estas diez razones como sincero homenaje a una mitología que ya forma parte de la memoria colectiva del siglo XX y del XXI:
1. Porque sus autores se forraron.
Suena a obviedad, pero no lo es. Lamentablemente, la industria del comic book estadounidense ha sido experta en marginar y despreciar a sus autores. En 1984 la situación no era diferente: Jack Kirby luchaba por recuperar sus páginas originales y obtener la acreditación adecuada por todos los personajes creados para Marvel, Steve Gerber pleiteaba para recuperar los derechos de Howard el Pato; Moore, Miller, Chaykin y Wolfman (casi nada) protestaban en contra de la censura y a favor de la libertad creativa, John Byrne salía despavorido de los despachos de Marvel al darse cuenta de que el ejecutivo de turno con el que hablaba no sabía quién era él (en esos momentos el autor estrella de la editorial) y Bill Finger había muerto en el anonimato sin que su indispensable aportación en la creación de Batman fuese reconocida y justamente acreditada.
En este desolador escenario, y partiendo de una broma, Peter Laird y Kevin Eastman triunfaron con un producto propio, despendolado, violento, autofinanciado, casi fanzinero, y en blanco y negro; lejos del mainstream y de las condiciones asfixiantes y encorsetadas de la industria. Una historia de traición y redención. La cruenta venganza de una rata ninja mutante que usa a sus hijos adoptivos, tortugas también mutantes, como armas kamikazes para acabar con el asesino de su maestro Hamato Yoshi; el pérfido y peligroso Shredder, líder del despreciable clan ninja del Pie.
Reunieron el dinero suficiente para una primera tirada de tres mil ejemplares que les catapultó a la fama y al éxito. Mantuvieron los derechos de sus personajes (más adelante venderían esos derechos a Viacom con lucrativos acuerdos) y, más allá del cómic, supieron gestionar la plena capacidad de decisión sobre cualquier movimiento financiero y artístico de los cuatro quelonios (comercial, series de animación, figuras, películas, otros cómics, etc…). ¡¡¡Bravo, muchachos!!!
En coherencia con sus convicciones y su lucha por el reconocimiento de los autores en el mundo del cómic, Laird creará la Fundación Xeric para ayudar a los artistas noveles que quieren publicar sus cómics. Una hermosa manera de agradecer que ellos mismos, siendo unos jovenzuelos inexpertos, pudieron financiar la publicación del primer número de TMNT gracias a un préstamo del tío de Eastman.
Este último fundará Tundra Publishing, editorial pionera en respetar el control y los derechos de los creadores en sus obras. Creaciones personales y adultas que no suelen tener cabida en las editoriales mainstream. Algunos de los mejores autores de la industria publicarán en esta editorial (Rick Veitch, Mike Allred, Eddie Campbell, Scott McCloud o Dave Mckean).
2. Porque es una delirante carta de amor a Frank Miller y Jack Kirby.
Tanto Laird como Eastman reconocen su amor por la obra de Jack Kirby y, sobre todo, la deuda artística que tienen con Frank Miller, cuyo paso por Daredevil les voló la cabeza en su juventud. Todo el primer número de Teenage Mutant Ninja Turtles es un homenaje sincero y nada sutil al Daredevil de Miller.
Si el alter ego de Matt Murdock se enfrenta al malvado clan ninja de la Mano, los enemigos de las tortugas ninja serán los peligrosos ninjas del clan del Pie. Si el maestro de Murdock es Stick (Palo), la rata que instruirá a las tortugas será Splinter (Astilla).
Por otro lado, la portada del número 1 esta inspirada en las cubiertas de Ronin, obra revolucionaria e influyente en el medio, escrita y dibujada también por Miller. La famosa escena del origen de Daredevil (en la que un infante Matt Murdock salva a un anciano de ser atropellado por un camión que transporta material radiactivo y que causa la ceguera del muchacho), es aquí recreada, dando a entender que dicho material es el mutágeno que dará su aspecto humanoide a las cuatro tortugas y a su maestro roedor.
También realizarán un sentido homenaje a Jack Kirby en la serie. En Donatello: TMNT 01, aparece el propio Kirby en su estudio y se encuentra con la tortuga del pañuelo morado. El número, además de homenajear al dibujante, es una gamberra reflexión sobre el arte de la creación artística. La aventura concluye cuando Donatello encuentra en el suelo un papel con un boceto. Un dibujo de Donnie, realizado por el personaje basado en Kirby, y las siguientes palabras de despedida:
«La vida, como mucho, es agridulce. Cuídate.
-Kirby.»
«The King» Kirby igualmente aparecerá como personaje en el episodio 16 de la serie de animación de 2003.
3. Porque han tenido la habilidad de renovarse cada década.
A diferencia de otras franquicias como Masters del universo, Thundercats, Digimon, etc., las tortugas ninja han sabido reinventarse constantemente, de tal forma que llevan ya cuatro décadas en nuestro imaginario colectivo. Tres generaciones de niños y niñas han podido disfrutar de sus aventuras en la pequeña pantalla.
En 1987, la CBS estrena la primera serie de animación de las Tortugas Ninja, enfocada claramente a un público infantil. En ella se producen una serie de cambios con respecto al cómic, sin duda para hacer mas atractiva la serie a la infancia; el gusto por las pizzas, el famoso grito de guerra «Cowabunga», las bandanas de distintos colores (en el cómic todos los pañuelos son de color rojo), la creación de los carismáticos Bebop y Rocksteady o el cambio de profesión de April O´Neil (de científica pasa a reportera). El éxito de la serie es total, las Tortugas Ninja conquistan el mundo, miles de productos derivados inundan el mercado.
A la desenfadada e infantil serie de CBS (concluida en 1996), le siguió un exitoso reinicio en 2003 por 4kids Entertaiment , más oscuro y juvenil, mucho más fiel a los cómics originales. Esta serie duró hasta 2009, concluyendo con un especial de más de una hora titulado Turtles Forever. En este especial, podíamos ver un crossover de las tortugas con sus homólogos de la serie de 1987 y con los de los cómics originales (en riguroso B/N estas últimas). Es un maravilloso festival de referencias a toda la historia de los personajes, guiños hacia los cómics y la serie de animación antigua. Emocionante y nostálgica celebración de los 25 años de vida que los personajes cumplían en ese momento.
En 2012, y hasta 2017, Nickelodeon estrena una nueva versión con más humor pero igualmente fiel a los cómics, en animación 3D. Tiene el acierto de rediseñar a las tortugas de forma que físicamente sean muy diferentes a simple vista y se puedan reconocer más allá de las bandanas de colores, las armas y la personalidad de cada una. Esta serie reactivó el interés por los quelonios y el merchandising volvió a inundar el mercado con gran éxito. La «turtlemania» golpeaba de nuevo.
Finalmente, este 2019 se estrena el enésimo reinicio de la serie, con un estilo gráfico acorde a otras series de Nickelodeon, un argumento más absurdo y gamberro, y un rediseño total de todos los personajes principales.
Como anécdota final, comentar que en la serie de 1987 la voz de Shredder la puso James Avery (el añorado tío Phil de El príncipe de Bel Air), y Sean Astin (el hobbit Sam Gamyi en el Señor de los anillos y Mikey Walsh, líder de Los Goonies) puso su voz a Raphael en la serie de 2012. Por otro lado, Corey Feldman (¡otro goonie!) puso su voz a Donatello en la película de 1990 y a Slash en la serie de animación de 2012.
4. Porque son el disparate supremo.
Son tortugas y son ninja, Tortugas Ninja. No solo eso, son mutantes y adolescentes. Ninjas con caparazón, tortugas ágiles y saltarinas. Algo tan ridículo y demencial solo podía resultar a la vez genial y formidable, digno de un borracho o de alguien increíblemente lúcido. Que lo viera la gente y la industria era otro cantar: o se le cerraban todas las puertas a Eastman y Laird por su insolencia, como parecía probable, o triunfaban a lo grande. Pasó lo segundo y el mundo fue un poco más alegre, más absurdo, disparatado y verde.
5. Porque «Sons of the silent age» te romperá el corazón.
En febrero de 1990 se publica el número 28 de las TMNT, guionizado por Steve Murphy y dibujado por Jim Lawson.
En este número apenas hay acción o peleas, comienza con las cuatro tortugas, April O’Neil y Casey Jones navegando a través de un río. El hilo conductor de la historia es April, quien en un monólogo interior nos explica su preocupación por el estado de ánimo de sus amigos. Su voz y punto de vista protagonizará todo el relato. Las tortugas no hacen sus típicas bromas, no sonríen y el viaje está lleno de silencios. Raphael está particularmente taciturno y huraño, no dice el motivo, April no lo entendería; es humana, nunca podría comprender lo que siente.
Cuando paran en la ribera y encienden una hoguera para abrigarse de la noche, en la orilla aparece una extraña figura, una mujer mitad humana y mitad pez que se desploma en el suelo. Antes de desmayarse, telepáticamente, le transmite a April sus últimos pensamientos, su angustia: solo quedan cinco de su especie.
Mientras intentan reanimarla, aparecen cuatro figuras más, cuatro hombres pez. Al pensar que nuestros protagonistas están atacando a su compañera, se muestran beligerantes por un instante, pero al fallecer ella, se derrumban. Recogen su cadáver y desaparecen bajo el agua. Solo quedan cuatro… Cuatro.
El cruce de miradas final entre April y Raphael, sin diálogos ni textos de pensamiento, nos muestra cómo ella, en ese instante, comprende el dolor y soledad que siente el siempre arisco y solitario adolescente ninja. Desolada, no acierta a articular palabra, tan solo un abrazo de Jones que no consuela el vacío y tristeza que siente en el corazón.
Es un angustioso y existencialista relato sobre la vida y la muerte, la soledad, la falta de comunicación, el temor al distinto. Una reflexión sobre nuestro paso por la tierra y el legado que dejamos tras nuestra muerte. También es un alegato ecologista que denuncia la situación de las especies en vías de extinción, y aboga por la tan necesaria defensa de la naturaleza y el amor entre semejantes.
Una pequeña obra maestra olvidada, donde estos personajes abandonan la adolescencia y alcanzan la madurez. Uno de los mejores números, y el más memorable, de todo el volumen 1 (este primer volumen alcanzaría los 62 números). Deja en el lector un poso amargo, mostrando la tragedia de las tortugas ninja, quienes, a pesar de sus habilidades, su fuerza, su intensa amistad y defensa de la humanidad, siempre serán unos parias, ocultos de una sociedad que les teme y odia, abocados a la inevitable extinción.
«- Se acabó… Los cuatro últimos machos de su tribu… Los únicos que quedan de toda su especie… Son como… Dios mío, ellos.
– ¿Qué? ¿Qué ocurre, April?
– Nada… Casey, abrázame, por favor… Abrázame fuerte. «
Muy buen artículo. A la espera con muchas ganas y altas espectativas de su segunda y espero que no última parte.
Muy bueno ya quiero saber más!
No he leído casi nada de las tortugas ninja y me han entrado ganas de pillar algunos números de los que habéis hablado!!
Maiki os a party dude!!