12 discos recomendables de 2023

Elaborar una lista de los mejores discos de un año no deja de ser una tarea harto complicada y en cierta manera un tanto arriesgada. Asunto peliagudo este, por eso de seleccionar un número de discos que destaquen por encima de los demás y no dejar lo relevante en el tintero. Así que hay que andarse de pies de plomo, no vaya a ser que alguno que otro se sienta ofendido por no haber incluido este o aquel.
Como caer bien a todo el mundo es imposible, y además conozco a alguno que otro poco dado a dejarse aconsejar por las novedades discográficas de cada año, por eso mismo, y al tratarse de una selección totalmente subjetiva, llamemos a esta lista más bien como reza el título, recomendaciones o sugerencias de escucha, con la intención de compartir conocimiento, sin ánimo de sentar cátedra o caer en el cuñadismo.

Por mi parte, esta es la primera vez que me dedico en cuerpo y alma a esta empresa. Antes había hecho mi propia lista mental o había participado enviando mis preferidos a un par de webs de referencia personal. Y es que la lista de los mejores discos del año ha sido y es una costumbre
ancestral del que escribe, un proceso que empieza antes del año en cuestión, durante -estando atento a las novedades y fechas de publicación- y después, consultando las dichosas retrospectivas de final
de año.

No obstante, el listado de muchas publicaciones y webs especializadas suelen ser bastante dadas a dejarse llevar por la corriente y muchas veces tratan de imponer tendencia. Pero en mi caso, esa comprobación ha sido una especie de obra de consulta, tanto en mi afán de encontrar la nueva
sensación, una banda o artista que me entusiasme o me hagan volver a ilusionarme por la música actual, como para estar al día con lo que ofrece el mercado y no dejarme nada que haya destacado.

En conclusión, esta lista es bastante independiente al respecto, basada única y exclusivamente en mi criterio personal pero todo hay que decirlo, hecha con honestidad y cariño. Allá vamos.

Spoiler: hay una mayoría rock, metal y prog anglosajón, pero también uno de Graná y otro murciano, un alemán loco, un par de suecos y un balcánico muy competitivo. Algo de country, pop, funk, flamenco o electrónica, para ser lo más heterogéneo posible y también, por qué no, inclusivo. Bandas con presente y futuro, otras con pasado pero quizás sin futuro, discos para escuchar en la carretera, otros en la playa, en casa o de fiesta, entre amigos, en soledad. E importante, a pesar de que este año han publicado álbumes grandes de los grandes y no pocos de ellos han recibido críticas positivas y contienen buenas canciones (Metallica, Rolling Stones, Depeche Mode, Alice Cooper, Blur, Extreme) lo siento amigos, no llegan al nivel compositivo de sus mejores épocas y hay que dejar paso a los nuevos, que vienen con mucha fuerza, ganas y talento.

The Defiants – Drive

The Defiants son la prueba de que el hard rock más clásico de corte ochentero y noventero mola. Surgidos de las cenizas de Danger Danger (lo componen tres miembros de distintas etapas), excelente banda que no obtuvo el reconocimiento que merece, héroes caídos que tuvieron la desgracia de hacer la música equivocada en su época (ensombrecidos por el fenómeno grunge), pero la fortuna de ser de los mejores en su estilo, que no muere del todo.

Hay garra (Hey Life, Go Big or Go Home, Nothing’s Gonna Stop Me Now), baladas / medio tiempos (Miracle, Another Time, Another place), cortes más festivos (19 Summertime, So Good) y otros que si sitúan entre lo épico y el himno (Love Doesn’t Live Here Anymore, A Night to Remember). The Defiants componen un gran álbum siguiendo la senda de los dos anteriores, con una producción de lujo en la que sobresale el guitarrista Rob Marcello y su virtuosismo presente en cada tema y solo. También Paul Laine, que es un fiera de vocalista. Grandes coros, estribillos memorables y unos cuantos uoohs y nananas.

Recomendado para: nostálgicos del buen rock duro melódico en su época dorada pero dispuestos a dejarse sorprender por un sonido más actualizado, moderno, robusto y con una mayor presencia guitarrera.

Haken – Fauna

Haken lleva ya años dando tralla con su metal progresivo, por definirlos de alguna manera. Mi otro yo quiso tratar de explicarlos como una mezcla bizarra entre Dream Theater y The Police. Más los primeros, y los segundos, en realidad no sé por qué, quizás por el tono agudo de la voz de Ross Jennings o los retazos guitarreros de influencia ochentera de Lovebite o The Alphabet of Me.

Sin embargo, Haken son Haken. Banda original donde las haya, compuesta por increíbles músicos, creadores de estribillos originales, ritmos y armonías imposibles, temas loquísimos (Sempiternal beings, Elephants Never Forget), casi siempre dentro de un orden y apostando por la
melodía, atreviéndose con un solo de trompeta o elementos jazzísticos perfectamente integrados (Nightingale, Beneath the White Rainbow). El futuro dentro del progresivo, con todo lo que ello abarca e implica.

Para los no iniciados: Su álbum The Mountain (2013) es referencia en el género pero posiblemente Affinity (2016) sea más asequible a paladares menos acostumbrados.

Jelusik – Follow The Blind Man

Dino Jelusik es un cantante de origen croata conocido en los círculos metálicoroqueros por haber liderado la banda Animal Drive y colaborado con distintos músicos. Ya el año pasado fue la voz cantante del fantástico War of Worlds, Part 2 de Michael Romeo (2022), donde demostró de lo que es capaz.
Su voz es una especie de versión más jevi y agresiva de David Coverdale, aunque también se nota la influencia de Dio y Jorn Lande. Total, uno de los mejores cantantes de su género hoy día.
Este es un álbum consistente, lleno de actitud metalera e incursiones hard rock a partes iguales como en las enérgicas What I Want y Acid Rain. Follow the blind man y The Great Divide son grandes baladas, mientras que Animal Inside o The Healer muestran su faceta más blues. La banda consigue un gran sonido, y aunque da la sensación de haber escuchado esos fragmentos antes, da igual, este es un disco muy disfrutable y su mejor álbum hasta la fecha. A seguirle la pista.

El momento: todo en Died es apoteósico, desde la guitarra afilada a la vieja escuela de Dimebag Darell o Zack Wylde, el estribillo glorioso y la pasión de Dino interpretando, hasta el videoclip animado.

Chris Stapleton – Higher

Chris Stapleton es el rey del country, pero no solo eso, también es el rey del soul. O por lo menos, hoy día, claro. Si su presencia física impone (sombrero de cowboy, barba pronunciada y gran corpulencia) mas aún lo hace su voz, privilegiada y cálida, fiera y delicada, que a ratos parece que se le vaya a romper, y que te transporta a lugares que conoces pero en los que aún no has estado (¿Nashville, Memphis, una carretera solitaria en Arizona?). A ese alguien que me nombre un/a cantante que lo supere en su género, a ese lo invito yo a un Tennessee Whisky (véase el primer álbum Traveller, de 2015).

Un disco auténtico, de temas sencillos que el mismo Chris compone e interpreta. White Horse es un temazo de southern rock, What Am I Gonna Do, Trust, It Takes a Woman y Crosswind puro country, The Bottom suena a Springsteen y Loving You On My Mind una delicia de tintes blues.

Sugerencia de maridaje: lo dicho, bourbon, ruta 66 o 69, un corazón roto, etc.

The Winery Dogs – III

Richie Kotzen, Billy Sheehan y Mike Portnoy. Tres músicos del más alto nivel que nos dejaron este año su tercer álbum después de un periodo inactivos. Gran noticia porque suele ser raro que los llamados supergrupos funcionen y publiquen más de una obra. ¿La causa? El concepto original, es decir, The Winery Dogs practican un rock clásico con tintes soul o funk, pero lo más importante, componen excelentes temas. Tres hachas al servicio de la canción, en vez del propio lucimiento personal. Que lo hay, pero siempre dentro de un sentido grupal, apostando por la sencillez compositiva dentro de las capacidades instrumentales de sus miembros.

Mad World tiene ese punto soul, mientras que Xanadu y Stars son una pasada instrumental, ¡qué solos! Kotzen canta como si te quisiera vender su alma, y llama la atención el contraste entre su voz aterciopelada, casi rasgada, y su estilo agresivo al tocar. Un álbum muy atractivo, lleno de virtuosismo, sentimiento, improvisación, simplicidad y tecnicismo.

Consejo de escucha: olvídate de los antecedentes de Portnoy (mítico batería de Dream Theater), esto es para amantes del rock más directo y cercano al funk rock que del metal o rock progresivo.

Eclipse – Megalomanía

La gran banda sueca de rock duro es una apuesta segura si se busca una referencia actual en el género. Su líder Eric Martensson es un compositor y productor prolífico, implicado siempre en mil proyectos y sabe muy bien de qué va esto.

En los últimos discos hemos visto que han ido evolucionando un poco, tirando hacia una vena y actitud más punkarra: canciones más cortas, más directas, con más energía que nunca, probablemente más simples como The Hardest Part Is Losing You, Got It! o I Don’t Get It, pero sin perder sus señas de identidad: estribillos que se convierten en himnos (Anthem, Hearts Collide), guitarras de influencia celta y que recuerdan a Thin Lizzy, o temas más tirando al heavy clásico como Children Of The Night. Una buena base rítmica, guitarras al máximo volumen y gritos agudos y desgarrados. Eclipse nunca defrauda.

Un secreto: a pesar de que las letras hablan de temas serios y corazones rotos, prueba a escucharlo un día gris cualquiera, te subirá el ánimo.

La Plazuela- Roneo Funk Club

Hacía falta una banda como La Plazuela en el panorama musical actual. Porque demuestran, 1) que se puede hacer música urbana sin necesidad de recurrir únicamente a bases programadas; 2) que el llamado flamenco-fusión se puede hacer con sentido y no caer en brebajes y mejunjes musicales descabellados, y 3) que aún sigue habiendo propuestas musicales interesantes más cerca de lo que pensamos. Lo más importante, aunque hoy día a muchos les dé igual, es que por lo menos tocan los instrumentos y ellos mismos crean sus canciones.

Nos cuentan historias personales, de Granada y el barrio (La Primerica Helá, Realejo Beach, Camino de Cristales) que provocan ganas de pasear o fiestear por la ciudad nazarí. No solo está presente el rollo funky, también la música disco en Péiname Juana, incursiones psicodélicas de vez en cuando, la electrónica en Soulseek o el flamenco más puro de La Vuelta.

Cuidado: Mira la niña (a partir del minuto 1 y en colaboración con Juanito Makandé), puede crear efectos psicotrópicos durante su escucha. Abre la mente y el cuerpo, es una gran fumada.

Feuerschwanz – Fegefeuer

Feuerschwanz son un grupo de folk-metal que canta en alemán, cuyo concepto musical y estético gira en torno a lo medieval, pero en esencia hacen un power metal de tradición germana al que añaden otros elementos que enriquecen el conjunto: violín, flauta, gaita, dos vocalistas, coros femeninos, voces más cercanas al metal extremo y una puesta en escena que llama la atención.

En sus canciones hay temas mitológicos nórdicos (Bastard von Aasgard, Morrigan, Valkyren), medievales y vikingos (Berserkermode), referencias cinematográficas (Highlander), fantasía, espada y brujería (Dragonslayer, Eis & Feuer) o historias de El Señor de los Anillos (Uruk-Hai). Puede que su pinta de borrachos con ropa medieval no consiga que se les tome en serio, pero esta gente toca bien y meten caña de Alemania. Puro espectáculo asegurado.

El dato: El pasado verano llegaron al puesto número uno de las listas alemanas como el disco más vendido nada más publicarse. Así que respeto.

Royal Blood – Back To The Water Below

Los que conocen Royal Blood saben es una banda especial. Bueno, realmente es un dúo, pero es que suenan como un combo clásico de rock completo, aún siendo solo bajo y batería. Riffs pegadizos de inspiración roquera y melodías de influencia britpop, ¡pum pum pam! un bombo de batería adictivo que retumba incesantemente, y listo. De tanto en tanto suena un piano aquí y allá en las canciones más tranquilas, pero cuando se ponen intensos, no hay quien les gane.

Shiner In The Dark, The Firing Line y Triggers son hits, y en There Goes My Cool se nota la influencia de Lennon en la estrofa. Un disco de corta duración, tan solo 31 minutos, que, si bien el anterior para mí es superior, este es igual de disfrutable y gana con cada escucha, sobre todo la segunda parte.

Truco del almendruco: la clave está en el pedal con efectos que utiliza el cantante y bajista Mike Kerr, consiguiendo un sonido que simula una guitarra y un bajo al mismo tiempo. ¿Hacen trampa? Puede ser.

Voyager – Fearless In Love

Voyager son un caso aparte dentro del metal progresivo. ¿O no son prog? Realizan una especie de synthpop-metalcore-djent. Si no sabes lo que es, yo tampoco, pero creo que suena bien en mi cabeza, ya que sé más o menos lo que es cada cosa por separado. Traducción: base metalera moderna -dos guitarras afinadas lo más grave posible-, acompañadas de un teclado de sonido retro que crea las atmósferas adecuadas. Lo mejor que puedes hacer es escucharlos.

Sus canciones son en esencia muy simples, pero se esmeran en los arreglos y eso hoy día en este mundo superficial es lo que se lleva, qué le vamos a hacer. Gren podría bien ser un tema de Tears For Fears de finales de los 80 si no fuera porque a los dos minutos esas guitarras pesadas y gravísimas insuflan carácter metalero al global. Con Prince of Fire, Dreamer o Twisted se puede al mismo tiempo bailar y mover el cuello de arriba a abajo de forma inconsciente hasta destruirlo.

Curiosidad: Se permitieron el lujo de participar en Eurovisión en la última edición de 2023
representando a Australia, de donde son. Sí, y quedaron en la novena posición.

Moon Safari – Himlabacken Vol. 2

Los suecos Moon Safari hacen un rock progresivo que bebe y come de aquellas bandas de los 70 y 80 como Supertramp o Asia, el arena rock o el rock sinfónico más comercial. Este Himlabacken Vol. 2 contiene composiciones propias que bien pudieran sonar en la radios de entonces, sin perder la esencia progresiva, con ese sonido y producción totalmente vintage.

El álbum empieza con 198X (Heaven Hill), cuyo riff recuerda sospechosamente al de Jump de Van Halen. Los diez minutos de Between The Devil and Me se hacen cortos, mientras que A Lifetime To Learn How To Love es una balada enorme como pocas. Armonías vocales de bella factura, pues todos cantan (véase Emma, Come on), junto con pasajes instrumentales merecedores de nuestra atención. Llevaban 10 años sin publicar un álbum, pero sin duda la espera ha merecido la pena.

Ideal para: escuchar en la cama antes de dormir, fans de Kansas o la época tardía de Genesis, ávidos de viajes a un pasado sideral o un atardecer de finales de verano en cualquier playa mediterránea.

Arde Bogotá – Cowboys De La A3

“Soltad a los perros porque me he escapado

Untad mi colonia en la nariz del galgo”

Mediterráneos son también Arde Bogotá, pero su música es un poco diferente. No sé quién me dijo una vez que hacían música indie. En fin, yo no tengo muy claro que lo sean (jamás supe ni sabré con claridad qué es indie y qué no), lo que sí sé es que estos chavales de Cartagena molan. Un sonido cristalino y bien compacto, pop-rock de factura contemporánea sumado a una voz personal y una manera particular de cantar, a ratos bumburiana.

Una banda sólida, canciones honestas como Los Perros, Qué Vida Tan Dura o Clávame Tus Palabras y otras como La Salvación o Cowboys de la A3 que reflejan el gran momento de la banda, para lo cual han creado una historia contada en los vídeos que han sacado como singles.

Fe de erratas: después de escucharlo justo ahora otra vez, retiro lo dicho. No son indie ni de coña. Rock y punto.

1 comentario

  1. Mmmmm, nunca he escuchado Haken, pero suena bien lo que vd dice. Algún día me animaré con ese «The Mountain».
    Y sí, yo soy uno de esos ofendiditos. ¿Cómo diantres no aparece en esta lista el «Hymns from the Apocrypha» de Suffocation? ¡Yo le maldigo, señor Trevor!

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