Ocultos de culto para tu Super Nintendo

En esta pequeña lista os traemos una buena ristra de bombas videojueguiles para el Cerebro de la Bestia, nuestra amada Super Nintendo. No es un ranking al uso y ni siquiera son unos completos desconocidos para el jugador medio (o veterano que al caso es lo mismo), aunque sí tienen en común quedarse fuera por milímetros de aparecer en el podio y listas oficiales de los mejores juegos del sistema. La sombra de bestias como Super Mario, Link, Donkey Kong y el plantel de luchadores del Street Fighter al completo (por poner solo unos ejemplos) es demasiado alargada, siendo imbatibles en sus géneros incluso a día de hoy.

Lo que traemos aquí son sin embargo joyas. Maravillas jugables que por algún motivo pasaron de puntillas por los medios o les faltó algún ligero detalle para destronar a los pesos pesados de la consola. Otras veces su salida se solapó con las primeras novedades de esa máquina infernal llamada Playstation que tanto contribuyó a enterrar la gloriosa generación de las 16 bits (Super Nintendo y Mega Drive) sustituyendo los preciosos y coloristas escenarios en 2D, sus protagonistas de movimientos fluidos y jugabilidad robusta por el brutalismo grisáceo de las primitivas 3D y sus anquilosados patrones jugables. Maldita modernidad.

Si es la primera vez que conoces su existencia: enhorabuena, el mundo es ahora mismo un lugar mejor; si por el contrario te sonaban ya de algo, hazte un favor y dales una oportunidad, ya que tal vez supiste de su existencia por una vieja revista en los lejanos 90 o los vistes cogiendo polvo en la sección de alquiler de tu videoclub favorito, pero realmente sabes poco más allá de su portada o algún comentario de algún conocido o familiar.

Sin más dilación, ¡¡Vamos a ello!!

Nosferatu (SETA Corporation, 1994 Plataformas y acción con toques Metroidvania): el hijo bastardo del Prince of Persia y Dark Soul.

Desconocido entre desconocidos a pesar de inspirarse en la eterna historia del Príncipe de la Oscuridad, este juegazo sorprende a todo aquel que se acerque a él desprevenido.

Probablemente esperes un clon del Castlevania, chocándote de inicio su estética pseudorrealista o la rigidez (inicial) del control. Realmente nos encontramos con un juego inspirado en el Prince of Persia, tanto en el gameplay como en sus increíbles animaciones, donde recorremos un lúgubre castillo plagado de una terrorífica fauna a la que derrotamos a base de puñetazos y patadas, como en un beat´em up tradicional mientras sorteamos múltiples trampas y recorremos caminos interconectados marcados por el desasosiego constante que ríete tú de la saga Dark Souls.

Impresionan sus gráficos, donde lo mismo se atreve con escenarios digitalizados que con personajes renderizados y el caso es que lo consigue: que pases un rato de miedo.


Equinox (Software Creations, 1993. Aventura/Action RPG isométrico): No hay escuela como la vieja escuela.

Siguiendo la estela de aventuras isométricas tan míticas como “prehistóricas” como los Head Over Heels o Batman de ordenador, nos llegaba esta secuela del también entrañable Solstice de NES.

Como en las viejas glorias antes comentadas, la dificultad era desafiante pero el colorido y la simpatía de su personaje y sus ocho mazmorras nos atrapaba irremediablemente en su mundo de pura fantasía. Tenía componentes ligeros de action rpg, mejorando nuestro personaje con nuevas habilidades o pudiendo elegir el orden de las mazmorras en un resultón mapa exterior que aprovechaba las bondades del Modo 7. Sus enormes y variados jefes finales son también un puntazo.

Pasó algo desapercibido debido a que estábamos poco acostumbrados a este tipo de juegos en nuestras consolas, pero entre todo el catálogo de plataformas, “yo contra el barrio” y disparos, Equinox suponía una deliciosa rareza para nuestra Super NES.


Kid Klow in Crazy Chase (Kemco, 1994. Endless runner): Sujétame la bomba payaso.

Este adictivo título hacía gala de una jugabilidad tan simple como efectiva: correr, saltar y esquivar obstáculos para alcanzar a tiempo una inmensa bomba al final de la fase. Estamos ante el antepasado de los endless runner, tan de moda hoy día en los juegos para móvil.

Con unos sprites supercoloristas, melodías pegadizas y desplegando en general muy buen rollito, lograba que recorrer cuesta abajo sus escenarios sorteando trampas y zancadillas fuera un gustazo. Para rememorar y devorar en una tarde con una sonrisa en la boca porque, aunque era algo corto el viaje, sin duda merecía la pena.


Super Turrican 1 y 2 (Factor 5, 1993 y 1995. Run n´ gun): Un nombre: Chris Hülsbeck.

La saga Turrican (el “abuelo” de los Metal Slugs y demás) después de hacer explotar nuestras cabezas en nuestros Commodores y Amigas aterrizaba en el Cerebro de la Bestia, haciendo lo que mejor sabía hacer: reventar, aplastar y diezmar la población alienígena de cada uno de sus extensos planetas, desplazándonos a base de saltos y bombazos descubriendo en sus laberínticos niveles miles de secretos y potenciadores, con una TREMENDA banda sonora del maestro Hülsbeck: escuchar cada uno de sus temazos de gloriosos chiptune bien merecen sumergirse en esta difícil odisea espacial.

Su primera parte era más fiel al espíritu original, de hecho era un reboot con lo mejor de los dos primeros Turrican del Amiga. La segunda parte es más lineal y quizás por ello más asequible para el jugador actual. Brutal en el apartado técnico. Es, a día de hoy, de lo más burro que podemos probar en nuestra Super NES.


Skyblazer (Ukiyotei, 1994. Plataformas y acción): Levántate y juégalo ahora mismo.

Este arcade de plataformas distribuido por la mismísima Sony, antes de convertirse en esa trituradora sin escrúpulos (ni originalidad) del ocio electrónico que es hoy día, es directamente el mayor tapado de la consola, todo un juego de culto y clásico instantáneo injustamente desconocido por el jugador medio.

Extenso en su duración y número de fases. Colorista y vigoroso en sus graficazos llenos de carisma y poderío técnico, así como una ambientación basada en la mitología hindú son sus principales bazas para esta curiosa mezcla de géneros: híbrido de Megaman, Ghost n´goblin, Toki y hasta su protagonista se parecía a Dai (o Fly de «Las Aventuras de Fly”). ¿Necesitas una razón más? Ahí la tienes: musicote.

Es sin duda la joya de la corona de esta lista, a pesar de ser distribuido PAL en España, pasó sin pena ni gloria por la prensa generalista y chavales de la época (quizás la horrible portada a lo Mega Man [USA] no ayudaba mucho a hacernos una idea de su contenido) pero su nombre y gloria con el paso del tiempo ha ido acrecentándose y es reconocido a día de hoy como lo que es: tremendo juegazo.


Final Fight 3 (Capcom, 1995. Beat´em up): Ostias como panes vol. III

El rey de los “yo contra el barrio” ha vuelto ¡y de qué manera! Cuando nadie lo pedía ni lo esperaba Capcom se marcó una despedida acojonante de su saga Final Fight para nuestra querida consola. No es que sea un completo desconocido para los gamers, pero por aquel entonces la muchachada y revistas especializadas vendían su alma al diablo por cualquier cutrejuego poligonal, haciendo pasar casi de puntillas maravillas como esta (que a pesar de todo se distribuyó en España)

Nos encontramos ante un clásico “más y mejor” de manual. Con 4 personajes jugables, la inclusión de caminos, pantallas y jefes secretos (a desbloquear bajo ciertas condiciones) y hasta la posibilidad de ¡correr! (por primera y última vez en la saga) mientras desplegábamos nuestra furia repartiendo canela fina por los bajos fondos de Metro City a los pandilleros de turno. Incluía hasta una opción para jugar 2 personajes a la vez, siendo controlado uno por la máquina. Además, su banda sonora y ¿por qué no decirlo? las largas piernacas de Lucia nos mantuvieron muchísimo tiempo en vela a los teenagers de la época.


Clocktower, the first fear (Human Entertainment, 1995. Aventura gráfica): Susto o muerte.

Rarísima japonesada, esta terrorífica aventura point ´n click nos invitaba a descubrir los secretos de la laberíntica mansión Barrows, mientras buscábamos supervivientes (dependiendo de nuestro éxito o fracaso en su salvación para obtener uno de sus múltiples finales) y escapando eventualmente de un niño tarado armado con unas tijeras gigantes que busca darnos matarile: Scissorman. Podemos escapar, escondernos o rezar, quedando en manos del azar y del ensayo/error que sobrevivamos o no a sus continuas putadillas.

Como curiosidad la saga continuó en las consolas de Sony posteriormente a rebufo de éxitos como Resident Evil o Dino Crisis, complicando tramas y aumentando el componente sobrenatural muy al gusto oriental. Sin duda me quedo con esta entrega, eso sí, para jugar con la luz encendida, claro.


Parodius (Konami, 1992. Shoot´em up): Pulpos, bragas y psicodelia.

Quizás este es de los juegos más conocidos de esta lista, aún así se queda siempre fuera de los rankings oficiales de nuestra Super Nintendo. Esta subsaga, spin off autoparódico del mítico Gradius (también de Konami) explota en nuestras retinas con su estética anime y algo naif siendo probablemente los gráficos más bonitos, coloristas y cachondos del sistema.

Es directamente el shooter que recomendaría a tu colega el estirado que dice que no le gustan los “juegos de naves” para que se tragara sus palabras: Escenarios surrealistas, multitud de guiños a las demás sagas de Konami y algo de mala leche aderezado con tías ligeritas de ropa y culos flotando. La banda sonora destaca también, mediante remixes muy resultones de temas de música clásica. Encima controlas a un pulpo que, como a Chicho Terremoto, le pierden las prendas íntimas femeninas amén de las míticas Vic Viper de Gradius o los simpáticos robots de la saga Twinbee, cada una con sus peculiaridades y power ups propios. ¿Se puede pedir más?


Xmen Mutant apocalypse (Capcom, 1994. Plataformas y acción): Triple X.

Los padres del brutal Megaman X (el mejor plataformas de acción, no ya de la consola sino de todos los tiempos) nos trajeron este frenético (aunque corto) arcade de plataformas y mamporros mutantes.

Cíclope, Lobezno, Mariposa Mental, Bestia y Gámbito hipermusculados a lo Jim Lee reparten mandanga por sus apocalípticos escenarios, haciendo gala de sus poderes y habilidades propias con unos sprites enormes y unas animaciones que parecen sacadas del mismísimo Marvel VS Capcom: además hacemos golpes especiales utilizando el mítico comando que Capcom grabó en nuestras huellas dactilares (y almas) abajo, mediavuelta-derecha ¡hadouken!

Para las fases finales podemos alternar el manejo de unos u otros, para así acceder incluso a power ups o vidas escondidas inaccesibles de otra manera, pero da igual: todos llevaremos a Lobezno porque es el puto amo y en este juego aún más. Algo corto, sí, pero terriblemente rejugable y fresco.

La banda sonora es también vigorosa y terriblemente potente, de lo mejor de Capcom en los 16 bits. Su única pega (y a la vez su acierto) es que es demasiado parecida a la de su primo ya mencionado Megaman X, pero a eso es a lo que hemos venido, a jugar aquí y nos encanta.


Hagane (CAProduction, 1994. Plataformas y acción): ¡Shinobi Snyder Cut!

Metan en una coctelera la acción lineal de los míticos Shinobi y Shadow dancer de Sega con una ambientación neosamurái futurista, unas gotas de violencia y oscuridad y un ninja cibernético como protagonista con mucho carisma y tendremos un exquisito cóctel no apto para paladares blandos.

La enorme dificultad desde el minuto 1 y su largo desarrollo de fases hace que este clasicazo no despliegue todo su potencial de primeras ante nuestros sorprendidos ojos: desde plataformeo milimétrico hasta fases de shooter a bordo de aerodeslizadores. Además contamos con un arsenal destructivo tan amplio como su catálogo de enemigos y final bosses hacían de este juego una mezcla perfecta de géneros desde donde se asomaban pinceladas de los Contra, R-Type, Ninja Gaiden o el ya comentado clásico de Sega. Ninguna pantalla es igual a otra amigo, además su rollo oscuro y adulto más propio de una máquina de Sega era una rareza entre el colorido catálogo de la Super Nintendo.


Sin más despedimos esta fresquísima selección de golosuras para tu Super Nes. ¿Quién sabe si más pronto que tarde llegará una segunda (o tercera parte)? Al fin y al cabo nuestro sistema favorito puede presumir de un catálogo brutal tanto en calidad como cantidad. Podríamos escribir artículos enteros repletos también de japonesadas, de juegos basados en licencias de películas o anime, rolazos o rarezas varias. O tal vez, antes de continuar podríamos echar la vista hacia su némesis Mega Drive, la joya negra de Sega y perdedora a los puntos en lo que fue la Guerra de Consolas de la era 16 bits, la cual tampoco andaba huérfana de títulos tan potentes como desconocidos. Hagan sus apuestas y hasta la próxima en vuestro rincón favorito Milkbar.

5 comentarios

  1. Ufff, esta magnífica selección cartuchera desataría un torrente de pulsiones hasta al mismísimo Spinecard. ¡Huele fuerte aquí a merca fresca!
    Como sugerencia, hubiese sido un gustazo ver estos graficazos en movimiento con unos suculentos enlaces, que de seguro algún jugador medio, veterano y virgen los habrá subido ya a Youtube.
    ¡Que sigan viniendo mas cositas!

  2. Acabo de dar conbla revista y me siento muy feliz y que ma gente comenté me pone mas.
    Turrican nosferatum parodius. Nunca tuve un snes de grande conseguí uno pero los juegos en Argentina son carísimos siempre jugue todo desde un emulador.

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